martes, 31 de marzo de 2009

Una puerta abierta


Según la wikipedia*, la política se define como:

"La política es la actividad humana tendente a gobernar o dirigir la acción del estado en beneficio de la sociedad."

"Es el proceso orientado ideológicamente hacia la toma de decisiones para la consecución de los objetivos de un grupo".

Como vemos, aparecen dos palabras clave: estado e ideología.

"El estado es un concepto político que se refiere a una forma de organización social soberana y coercitiva, formada por un conjunto de instituciones involuntarias, que tiene el poder de regular la vida sobre un territorio determinado."

"Una ideología es el conjunto de ideas sobre el sistema existente, y que pretenden su conservación, su transformación o la restauración del sistema previamente existente."

Parece ser que la ideología fomenta la creación o persistencia de un sistema u organización -lo que se suele conocer como estado, aunque no todas las ideologías defienden su creación-. Esta organización es gestionada mediante la política. Por tanto, ante todo, lo que verdaderamente condiciona la estructura social y su gestión es la ideología. Es muy importante hacer esta distinción, porque se suele tender a confundir estos conceptos. La relación entre filosofía e ideología es muy estrecha. De hecho, es difícil comprender cuando y en qué términos una filosofía pasa a ser ideología. Lo que si parece estar claro es que las ideas filosóficas, cuando se refieren a las necesidades sociales, se pueden tratar como ideologías. Por tanto, parece que lo que tenemos entre manos es mucho más profundo de lo que parecía al principio. La política no es un juego de palabras y tampoco es símplemente una herramienta. La política tampoco es universal: se basa en la filosofía, en el pensamiento más básico y genuino de las personas; que cambia profundamente de un continente a otro.

Es por esto que debemos discutir sobre política. Mejor aún, sobre ideología. Porque las cosas no nos van demasiado bien tal y como estamos. Vivimos anestesiados por el trabajo y el individualismo. Y el trabajo del que hablamos tiene como único objetivo satisfacer necesidades de mercado. La forma de participar en política, cada cuatro años, es totalmente indirecta -y puede que inefectiva-. Sin embargo, ¿merece la pena cambiar de ideología, y como consecuencia, cambiar la política, nuestra forma de vida? ¿Hasta qué punto podemos sacrificarnos? ¿Qué dirección debemos tomar? Nos gustaría que este blog fuese una puerta abierta a todas vuestras opiniones.

Bienvenidos.

*Nota al pie

- El Politikón es un espacio político. Aquí se debate, se opina y se aportan soluciones. Sólo podemos exigir la disposición a dialogar con el otro.

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