miércoles, 16 de mayo de 2012

Bankeros


Tras la I Guerra Mundial gran parte de Europa estaba exhausta y semiderruida debido al esfuerzo bélico de conllevó la primera guerra moderna. No sólo la industria y la economía estaban hundidas. 65 millones de afectados directamente, 20 millones de mutilados e inválidos, 10 millones de muertos. Era una auténtica zona 0. Sin embargo, de esta inmensa desgracia salieron cosas positivas.

Estados Unidos, que había entrado en la guerra  un año antes de que ésta finalizara, no había sufrido en su territorio sus efectos devastadores. Además del revulsivo que suponía para la economía, EE.UU perdía un competido de primer orden a nivel industrial: Alemania. Y no sólo eso, sino que podía dedicarse a la lucrativa reconstrucción de Europa desde una posición privilegiada. 

Los bancos privados norteamericanos comenzaron a prestar dinero a los estados europeos con créditos blandos. Precisamente Alemania era la más necesitada -cargaba con todos los gastos de las reparaciones de guerra- y los norteamericanos intercedieron con los europeos para aflojar el castigo a la vencida y humillada nación germana. 

La banca estadounidense siguió la lógica económica de todo banco:
1.1 Se prestaba una cantidad (100M) a un país X a un interés del 2% en 20 años. Acto seguido el banco anotaba en su cuenta de resultados "102M"
1.2 El banco repite ese proceso 50 veces, y anota en su cuenta de resultados 5100M, de los cuales 100M son intereses. 
2.1 Al año siguiente el país X ha devuelto 5.1M, de los que 2 son intereses. Como empiezan a dar frutos ese dinero que le han prestado (experimenta un crecimiento), pide que se amplie el crédito a 300M (el país recibe 200M más) manteniendo el plazo (20 años) y los intereses (2%). El país debe 303.9M y pasará de pagar 5.1M al año a 14M.
2.2 El banco había obtenido en su ejercicio anterior 255M en efectivo, de los cuales 100M son intereses. Eso deja 4.845M de deuda que él contabiliza como activo, más 205M que tiene en efectivo, (50M de los intereses se reparten entre directivos, accionistas y gastos). En total el banco tiene 5050M para prestar.
2.3 Al final son 30 de los 50 deudores del banco tienen crecimiento como X y piden ampliaciones de crédito iguales. Eso supone 6.000M más para prestar. El banco sólo tiene en caja 5050M, por lo que anima a gente a que se haga accionista por valor de 950M y da el préstamo.
 2.4 Al banco le deberán entonces 20 deudores (los que no ampliaron crédito) 3.898M y los otros 30 deberán 9.117M. En total 13.015M, de los cuales 182M son de intereses.
3. Al año siguiente el banco recibe 102M de los 20 deudores que no ampliaron su deuda y 420 de los otros 30. En total 522M, 267M más que el año pasado.
3.2 El banco comenzo prestando 5.000 millones que tenía en efectivo. En dos años tiene 12.493M, lo que supone 7.493M más.
3.3 De todo ese dinero en efectivo tiene 522M, mientras que en deuda tiene  11971M. En dos años habrá recuperado 777M de lo invertido. El prestó 5000M para 20 años en origen, pero si la cosa se quedase asi, podría recuperar lo invertido en 8 años.
3.4 Se repite el proceso.
 A la par que los bancos hacían su negocio con préstamos, la industria norteamericana vivía un crecimiento espectacular gracias a la demanda de los países europeos. Para financiarlo el sector industrial recurría a sus bancos, que daban créditos con intereses más altos que a los europeos. Y es que en Estados Unidos subían los salarios, el número de empresas, el sector terciario y el del entretenimiento. No sólo eso, también la ciencia recibía un empujón.

La alta rentabilidad y el crecimiento rápido llevó a que mucha gente pusiera su dinero en los bancos y empresas americanas en forma de acciones para ser partícipes de toda esa riqueza. Quién le iba a decir a los estadounidenses que la paulatina recuperación de Europa supondría el colapso de su sistema.

Pero así fue. A finales de 1928, una década después del fin de la I Guerra Mundial, Europa redujo su demanda de crédito y empezó a repararse y fianciarse así misma. Eran unos "brotes verdes", pero fue suficiente para que los primeros accionistas decidiran sacar su dinero con vistas a la desaceleración económica.

Si volvemos a los bancos que durante 10 años había reproducido el proceso de ahí arriba, nos encontraríamos que en sus activos tendrían varias decenas de miles de millones de deuda contabilizada como activos, pero sólo un porcentaje muy pequeño de dinero en efectivo. Pese a recuperar la inversión inicial en menos tiempo del previsto, ese dinero contante y sonante había sido repartido en dividendos y gastos varios. Por eso cuando la gente empezó a sacar su dinero los bancos se quedaron sin fondos.

De nada les servía tener miles y miles de millones en su saldo a deber por parte de países e industrias autóctonas y extranjeras. El "cash" o dinero en efectivo no estaba y la gente no lo podía recuperar. En 1929 la bolsa de EE.UU hizo crack y el país inició la Gran Depresión.

Los bancos cerraron los grifos de crédito y muchos quebraron. Las empresas no podían devolver los créditos con los que habían financiado su crecimiento porque no sólo no vendían tanto como antes a Europa, sino que además los europeos tampoco podían comprar porque también se había cerrado el flujo de crédito desde norteamérica. Las empresas empezaron a despedir gente y la demanda interna cayó en picado. Alemania, todavía con una deuda monumental, perdía su aliado trasatlántico y se sumía en la hiperinflacción y el caos. Cinco años después Adolf Hitler reactivaría la economía germana con otra Gran Guerra a escala mundial.

Mis conocimientos de economía no son todo lo buenos que deberían, pero es un ejercicio interesante dar forma a las cosas. En mi ejemplo no he contado con regulaciones del mercado ni impuestos, lo que reclaman los neoliberales. De esta pequeña historia se pueden sacar un buen número de conclusiones:
1. La primera es que a los bancos no les interesa que devolvamos el dinero, les interesa que cada vez pidamos más dinero y paguemos más periódicamente. Eso de saldar la deuda es una mentira enorme. Como se veía en mi ejemplo, la inversión inicial se recupera fácilmente. Y eso si no contamos con subir los intereses, lo que puede aumentar considerablemente los beneficios al aumentar la cantidad de deuda hasta límites insospechados.
2. Un banco cuenta como activo un dinero que no tiene todavía pero tendrá en el futuro. Si alguien tiene 100€ y se los presta a un amigo a un interes del 10% en 10 días, tardaría 10 días en tener 110€ para prestárselo a otro y obtener 121€ en 20 días. 30 días después podría disponer de 133€. Imagínense que pudiesen hacer lo mismo, pero en un mismo día. Un banco hace eso simultáneamente con sus difentes clientes, multiplicando sus beneficios. Eso significa que el rendimiento futuro de ese dinero se lo está fundiendo hoy. Para cobrar los beneficios futuros en efectivo, tenemos que producir también por adelantado. Eso es lo que genera crecimiento.
3. En el negocio bancario es imprescindible la confianza. Un banco sólo puede contar la deuda como activo si tiene la seguridad de que le van a pagar. El problema viene cuando presta dinero -deuda que cuenta como activo- para hacer nuevos préstamos sin pensar en la posibilidad de la devolución de la deuda. Si yo digo que tengo 10.000M de un préstamo que me debe X, podré usar ese dinero mientras que todo el mundo crea que X lo va a devolver. No que me lo vaya a devolver, que me lo pueda devolver. Principalmente para que la gente que tiene el dinero dentro del banco (inversores, ahorradores y accionistas) no se quede sin poder sacarlo como en el Crack del 29.
4. Tanto en la Gran Depresión como ahora hubo dos fuerzas que dominaron y determinaron los efectos más perversos. El crecimiento descontrolado fue azuzado por la avaricia de inversores y accionistas, de todos los tamaños, que quisieron formar parte del gran reparto de beneficios, que recordemos, era pellizcar dinero del futuro. La avaricia también hizo que cuando empezó a disminuir el crecimiento, la gente sacara su dinero en tromba. Entonces reinó, igual que ahora, el miedo.
5. La banca puede ganar siempre, pero no perder. El dinero de los ahorradores está igual de comprometido que el de los inversores y los especuladores. Cuando ganan, ganan los que más arriesgan, y cuando pierden, perdemos todos.
6. Todo lo anterior es fácilmente predecible, pasó y pasará más veces.
En España tuvimos mucho de avaricia, no generamos confianza y hemos extendido el miedo. Y eso no es culpa de los bancos. Son instrumentos que generan riqueza a la sociedad, financian el crecimiento y el desarrollo. De hecho, también sirven para redistribuir la economía, y no sólo con los impuestos que le corresponda como un negocio más. Sin embargo, cuando están dominados por la avaricia o el miedo, son armas de destrucción masiva que dejan marcadas generaciones con consecuencias a veces atroces.

Nuestro sistema tine un fin: la obtención de beneficios. Para ello se destina ingentes esfuerzos de ingernieria financiera que han convertido la economía en un saber muy especializado. Y lo peor es que el modelo hace que la mayor parte de esos beneficios se usen para generar aún más beneficios hasta que el sistema implosiona. Los beneficios deben servir a un propósito, y ese propósito son las personas y a la vida en general. Por sí mismos no sirven de nada.

Por eso los bancos por sí mismos tienen el mismo peligro que un cuchillo, una pistola o un ladrillo. Dependiendo de cómo los diseñemos, y sobre todo, cómo los usemos, así serán ellos. De lo que no cabe duda es de quién es la culpa cuando las cosas salen mal: de los bankeros.

*Nota al pie

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