jueves, 29 de marzo de 2012

¿Por qué lo llaman productividad cuando quieren decir beneficios? (II)



El otro día el millonario Warren Buffet hacía una curiosa comparación:
Hoy en día las reservas mundiales de oro son de aproximadamente 170.000 toneladas métricas. Si todo esto oro se  fundiera junto, se formaría un cubo de aproximadamente 21 metros (68 pies) por cada lado (cabría  cómodamente dentro de un campo de juego de béisbol). A 1.750 dólares por onza - el precio del oro, cuando escribo esto - su valor sería de $ 9,6 billones. Llamemos a este cubo la pila  A.
Ahora vamos a crear un montón B que cuesta una cantidad igual de dinero. Para ello, podríamos comprar todas las tierras de EE.UU. (400 millones de hectáreas con una producción de alrededor de $ 200 mil millones al año), además de 16 Mobils Exxon (la más rentable  empresa del mundo rentable, con beneficios de  más de $ 40 mil millones anuales). Después de estas compras, tendríamos 1 billón de dólares de sobra para gastar  (no hay que sentirse axfisiado tras la orgía de compras). ¿Se imaginan un inversionista con $ 9,6 billones prefiriendo A que B?
Más allá de la valoración sorprendentes, dadas el stock de oro, los precios actuales valoran  la producción anual de oro a $ 160 millones de dólares. Los compradores - los usuarios de joyería e industrial, individuos atemorizados, o los especuladores - continuamente deben absorber esta oferta adicional meramente para mantener un equilibrio a los precios actuales.
Dentro de un siglo  los 400 millones de acres de tierras de cultivo habrán producido ingentes cantidades de maíz, trigo, algodón y otros cultivos - y seguirán produciendo un botín valioso, sea cual sea la moneda. Exxon Mobil, probablemente  habrá entregado miles de millones de dólares en dividendos a sus propietarios y también tendrá activos por valor de varios billones más (y, recuerde, usted consigue 16 Exxons). Las 170.000 toneladas de oro no cambiarán de tamaño y seguirán siendo incapaces de producir nada. Puede usted acariciar el cubo, pero este no va a responder.
Es cierto que cuando la gente de dentro de un siglo tenga miedo,  probablemente  muchos todavía se apresurán a comprar oro. Sin embargo, confío en que, la valoración actual de 9600 mil millones de la pila A aumentará durante el siglo a una tasa muy inferior a la alcanzada por pila B.

En el blog en el que lo leí, Nada es Gratis, en seguida aparecieron varios comentaristas para criticar las declaraciones del Oráculo de Omaha, como lo llaman por su gran capacidad de hacer dinero. Las críticas se centraban en el hecho de que, a fin y al cabo, la gente prefería un "refugio seguro" como el oro desde siempre y funcionaba. De hecho Warren Buffet tiene parte de su fortuna invertida en lingotes, cosa que le afeaban los expertos de los comentarios. "¿Cómo va a dejar de ser un valor seguro el oro?" parecían decir los comentaristas, expresando su desagrado hacia la postura ingenua del millonario.

Buffet no es tonto. A estas alturas del partido puede permitirse decir y hacer lo que quiera. Pero es curiosa la obstinación de los expertos en razonar como erróneo lo que él dice. El precio y el valor del oro es una convención. Un católico puede pecar, pero los responsables de la economía viven sometidos a dogmas mucho más inquebrantables. Los 10 mandamientos no tienen nada que hacer frente a las leyes de la economía. Representan un mundo irracional (cae en la histeria con frecuencia), complejo y en muchos casos incomprensible; un sistema supuestamente ingobernable y que se autoregula (supuestamente).

La historia del magnate estadounidense no deja de ser representativa. Tenemos que ponernos en la situación de que si hubiese un señor en España que vendiese 10.000 toneladas de oro al año, en una jornada de trabajo, sería el tipo más productivo del país y podría ponerse un salario acorde con los beneficios generados. No podrían igualarle ni 10.000 médicos, ni 100.000 maestros ni todos los trabajadores de Zara en el mundo. Sería el hombre más productivo del mundo.

Tenemos que pensar que su trabajo puede consistir en ir a un hotel de Madrid y vender las reservas de oro de un país africano a un grupo de ejecutivos de una gran empresa minera mundial. En dos horas habría generado más riqueza que varios miles de españoles en toda su vida.

A mí cuando me hablan de "productividad" entiendo que hay algo que "producir". Me imagino a gente currando, haciendo cosas. Pongamos una gran fábrica de automóviles. Operarios en sus puestos de trabajo, poniendo tornillos y montando piezas. El resultado del trabajo de una cadena son varios miles de automóviles. El sentido común puede decir "ajá, a más vehículos mayor productividad", pero no.

Para que la empresa de automóviles gane dinero no hay que fabricar coches, eso es un "gasto", lo que hay que hacer es venderlos. Así que el ejecutivo que vende más coches a los concesionarios es el que hace realmente dinero. El que plantea la estrategia de penetración en un mercado y una campaña genial para vender coches es el que realmente está generando beneficios. Da igual las horas de trabajo, lo importante es el beneficio que la empresa saque. Obviamente ninguna empresa paga a sus trabajadores por ser simpáticos.

En el modelo productivo que nos quieren imponer se sigue esta misma dirección. Reducir los gastos, esto es pagar menos al que trabaja la materia prima o produce, y subir más los salarios a aquellos que al final del proceso generan mayores beneficios. Son los que están en los cargos directivos los encargados de encaminar las empresas al beneficio. Todo lo demás son gasto. Cuanto menos gastos tengo, mayores beneficios puedo obtener. Una empresa que tenga grandes beneficios es un negocio fantástico. Sólo hay que mirar al sistema financiero suizo o la capacidad exportadora de China y Alemania. Pero hay otras formas de obtener pingües beneficios. Las grandes reservas de petróleo, por ejemplo.

¿Es un país una empresa? No lo sé. De serlo necesariamente tendría que ser deficitaria, siempre y cuando tenga servicios sociales. Casi todos los gastos públicos suponen un beneficio social financiado conjuntamente, pero nunca una fuente de beneficios. Pero lo que ha pasado con España SA es peor, porque sus gestores han incurrido en una deuda que no pueden pagar. Corrupción y una penosa gestión ha llevado a gastos a todas luces supérfluos y dispendios propios de la Roma Imperial. Es normal que muchos suplicasen por la llegada de un mesías tecnócrata, un señor de formación ejectivo, que por tanto, hubiese demostrado su capacidad de generar beneficios.

Pero hay que hacerse una pregunta: ¿la culpa de la crisis española es del gasto público? Y lo cierto es que no. Nuestros políticos son incompetentes y corruptos, pero no superaron hasta bien entrada la crisis el límite del 60% de deuda pñublica pactado con Europa. La deuda privada es otro cantar. Ejecutivos con sueldos millonarios cuyo trabajo era generar grandes benficios, como es el caso del sector financiero, jalearon la deuda privada española, situada en un 200%. El exceso de financiación y la búsqueda de dinero fácil endeudó el sector privado, las familias y los emprendedores.

Ese exceso de deuda privada y la dependencia del ladrillo hizo más difícil financiarse a España SA, porque los que le daban dinero empezaron a dudar. Con el colapso de Lehman Brothers se cerraron los grifos, y bueno, ya os sabéis la historia: perdimos casi todos. Lo peor de España no fueron sus gobernantes ineptos, que ya es decir. Fueron los ejecutivos que al calor de sus sueldos millonarios enriquecieron a sus accionistas a costa de los españoles que "vivieron por encima de sus posibilidades".

Ahora debemos financiar una deuda creciente y la única forma es generando beneficios. La reforma laboral del gobierno pretende ponernos en manos de los que de verdad generan dinero, señores de traje y corbata que en los salones de lo hoteles cierran tratos a espaldas de los ciudadanos. Señores que deben ganar todo el dinero posible a costa del trabajador, que para ser más productivo tiene necesariamente que perder.

"Viviermos peor que nuestros padres" dicen. "No podemos vivir por encima de neustras posibildiades" dicen en Europa. Sin embargo hay una casta de señores que con sus contactos van tejiendo una tupida tela de araña que recoge los millones suficientes para solventar nuestra deuda. Nosotros tenemos que vivir mientras a oscuras, cediendo al miedo al despido y la precariedad, esperando a que alguien se decida a prenderle fuego.

No nos están salvando, se están salvando ellos con la complicidad de los gobernantes. ¿Qué te promete alguien que dice que vas a vivir peor? ¿Realismo? Sin la solidaridad necesaria para impulsar valores e ideas que cambien el sistema estamos perdidos. Que no lo llamen productividad cuando buscan benficios, a pesar de que la historia a demostrado que su búsqueda ha generado resultados negativos.

Una cadena sigue siendo una cadena por muy dorada que sea.

jueves, 22 de marzo de 2012

¿Por qué lo llaman productividad cuando quieren decir beneficios? (I)


Mariano y Nicolás son dos peluqueros. Trabajan en pequeñas peluquerías de barrio y cobran el salario mínimo interprofesional. Han recibido una formación similar (aprendieron el oficio empezando como aprendices) y realizan labores parecidas. Lavan, cortan y tiñen el pelo de una media de 20 clientes al día. Ahí terminan las semejanzas. Mariano, por su trabajo, percibe 748,30 € (en 12 pagas) mientras que Nicolás gana 1398.37 € y trabaja menos horas. A uno un café le cuesta 1'40€ y al otro 2€. Obviamente Mariano habla español y Nicolás francés.

¿A qué se debe esa diferencia salarial? Pues a las condiciones del mercado. En Francia, con mayores impuestos y un nivel de vida más caro, pueden permitirse pagar por un mismo trabajo el doble de dinero. Su economía funciona así o al menos lo ha estado haciendo. Qué decir de Suiza, donde un camarero, realizando el mismo trabajo que un español, puede cobrar cinco veces más (3.813 francos suizos). El nivel de vida en Suiza es mayor que en Francia, aunque allí se costean la sanidad de forma individual. Trabajar en los Alpes otorga una gran ventaja competitiva en materia salarial respecto al resto de Europa.

 El tema de los salarios es complejo debido a su diversidad y yo no tengo todas las variables. Me resulta más fácil comparar trabajos. Un médico en Alemania cobra entre un 30% y un 50% más que uno de aquí. Su trabajo, a grandes rasgos, es muy parecido: salvar vidas y prevenir enfermedades u otros males. Un bombero, un profesor, un administrativo o un entrenador hará más o menos el mismo trabajo. Los salarios, dependiendo de los impuestos y los precios, serán siempre mayores en el caso alemán.

Igual la causa es eso que dicen de que el español es un "vago". La típica afirmación de que en el primer mundo europeo (básicamente el norte) la gente trabaja sus horas correspondientes y ni una más porque está mal visto y aquí, sin embargo, procrastinamos (lo dejamos todo para el final) y metemos muchas horas que en realidad se podrían ahorrar con una gestión eficiente del trabajo. Yo veo, por otro lado, que también tenemos un sistema sanitario envidiable que atiende a más gente que la media europea con menos dinero, por ejemplo. Y que nos se nos olvide que hay españoles por todo el mundo haciendo un gran trabajo en multinacionales. El problema no es que el español sea "vago" por naturaleza. Parece más que el problema está en España.

Si en España trabajásemos "a la alemana" en una fábrica de tornillos, donde cada operario hiciese 1000 tornillos diarios, nuestros trabajadores cobrarían menos por hacer el mismo trabajo que un danés o un belga. Quitando el café, las horas extras, los descansos por calor, las bajas improcedentes y los cursos de formación no ahorraríamos lo suficiente para igualar sus salarios. Simplemente no nos lo podemos permitir. Entre otras razones porque Alemania vende esos tornillos dentro de aparatos tecnológicos y motores que vende a otros países con un gran valor añadido. Nosotros ponemos los nuestros en los andamios que cimentan nuestra economía y que ahora muestran sus esqueletos en los solares.

Pero no sólo está Alemania, por otro lado tenemos las potencias emergentes, Asia sobre todo. Ellos no sólo te hacen 2500 tornillos en una jornada de 14 horas durante 355 días al año, además cobran menos de la mitad. ¿Cómo pueden permitírselo? Se dedican a exportar, como Alemania. ¿Qué pasa allí? Sus condiciones de mercado provocan que con un salario que aquí sería miserable ellos tengan unas necesidades que se consideran básicas cubiertas, que pueden diferir de las nuestras. Aquí hasta hace poco vivíamos en el espejismo de la sociedad del bienestar; allí impera la sociedad del consumo y las gobiernos pre, proto y postdemocráticos. Es esa sociedad la que alimenta el ritmo desbocado de producción y sus neoculturas. Son, junto a los Estados Unidos, un ejemplo de productividad.

Si quisiéramos igualarnos a nuestros compañeros de planeta lo más lógico sería, por tanto, ser más productivos. La crisis que nos azota ha hecho que los verdugos, o dirigentes destinados a sacarnos del atolladero según se mire, lleguen a la misma conclusión  pero no en terminos iguales. Para aumentar nuestra productividad nuestra masa empresarial quiere que rebajemos nuestros salarios. Eso supone un empobrecimiento de la clase asalariada y por tanto menos consumo e ingresos por impuestos de esa parte, pero también la contratación de más trabajadores que saquen adelante más trabajo. ¿Qué se consigue? Que por un mismo paquete de tornillos que vendemos a 100€, el coste de producción se reduzca. Eso genera más ingresos a la empresa, lo que supone más beneficios al empresario y a Hacienda (que somos todos).

La productividad de un empleado se calcula, simple y llanamente, calculando cuanto aporta su trabajo al PIB estatal. Si tu eres profesor, bombero, médico... tu aportación al PIB es negativa, por lo que supones un agujero negro en la productividad que deben compensar el resto de los trabajadores. Claro, como hemos decidido emular el modelo competitivo chino, la situación es insostenible. Aquí hay una democracia y una sociedad del bienestar, no una dictadura comunista/anarco-capitalista. Sólo reduciendo el modelo del bienestar y nuestros derechos podremos competir con China. Nuestros dirigentes, como reyes y emperadores hicieron antes, piden este sacrificio por el bien de todos desde sus púlpitos y tribunas.

¿Cuál es el resultado? Bueno, en China el modelo está generando una gran cantidad de millonarios. Las desigualdades crecen a la par que los precios, pero eso no es preocupante. Lo preocupante es que esa riqueza se dirige al consumo, no a la creación de una sociedad solidaria. Como un hambre insaciable, las potencias emergentes crecen para consumir y el consumo alimenta su crecimiento. Sin embargo el "hacia dónde" no está claro.

El modelo alemán de una estructura exportadora eficiente, con productos de calidad y un gran valor añadido, ha logrado el mantenimiento de una utopía social en Europa. No seguimos ese modelo porque nuestros políticos consideran que no somos capaces y carecemos de la inversión necesaria. Mejor crecemos a lo "chino" y nos dedicamos al ladrillo y a las tapas, en lo que hemos demostrado ser muy eficientes. Somos la cuarta potencia turística del mundo por visitantes y la segunda por ingresos. Y además tenemos unas constructoras de infraestructuras muy potentes, que al calor del dinero fácil y la estupidez política, nos han provisto de decenas de aeropuertos y una red de trenes de alta velocidad envidiada hasta en Estados Unidos.

Obviamente, la crisis y la burbuja ha hecho que aquí la construcción esté difícil y entiendo que la gente se muestre reticente, pero hay todo un mundo que enladrillar. Tanta Ciudad de las Artes, tanto AVE, tanta casa y tanto aeropuerto ha tenido que servir para tener una industria de construcción que exportar. También tenemos una emergente industria en el sector de las renovables (vivimos en un país energéticamente muy dependiente) y una calidad investigadora envidiable, tanto que se la llevan ante la desidia de nuestras administraciones. La gente viene a España de turismo, ¿por qué? Además del precio asequible, tenemos productos agrícolas de calidad y envidiados. ¿Por qué en todo el mundo se come queso belga, aceite italiano, jamones chinos, espárragos peruanos, plátanos filipinos y naranjas colombinas? La agricultura de nuestro país vive adicta a las subvenciones y subsidios, sin embargo los que apuestan por exportar triunfan.

Pero no, eso está lejano, hay que ir a pasitos. Primero hay que ser productivo a la "china". Mariano trabajará más horas, cobrará menos, tendrá menos derechos si es despedido y tendrá que costearse su sanidad y la de su familia, junto a la educación de sus hijos. Vivirá en una casa más pequeña, tendrá que ir andando al trabajo y el futuro penderá de una pensión que no sabrá si podrá cobrar. Porque claro, Mariano tendrá que pagar las deudas contraídas al no haber sido suficientemente productivo. Deuda que pagará él, sus hijos, sus nietos y todos los que vengan detrás. Al final resulta que nos convencerán de que para cobrar más, tenemos que tener mucho menos.

¿Quién gana con todo ésto? ¿A quién salvamos?

*Nota al pie

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