jueves, 22 de marzo de 2012

¿Por qué lo llaman productividad cuando quieren decir beneficios? (I)


Mariano y Nicolás son dos peluqueros. Trabajan en pequeñas peluquerías de barrio y cobran el salario mínimo interprofesional. Han recibido una formación similar (aprendieron el oficio empezando como aprendices) y realizan labores parecidas. Lavan, cortan y tiñen el pelo de una media de 20 clientes al día. Ahí terminan las semejanzas. Mariano, por su trabajo, percibe 748,30 € (en 12 pagas) mientras que Nicolás gana 1398.37 € y trabaja menos horas. A uno un café le cuesta 1'40€ y al otro 2€. Obviamente Mariano habla español y Nicolás francés.

¿A qué se debe esa diferencia salarial? Pues a las condiciones del mercado. En Francia, con mayores impuestos y un nivel de vida más caro, pueden permitirse pagar por un mismo trabajo el doble de dinero. Su economía funciona así o al menos lo ha estado haciendo. Qué decir de Suiza, donde un camarero, realizando el mismo trabajo que un español, puede cobrar cinco veces más (3.813 francos suizos). El nivel de vida en Suiza es mayor que en Francia, aunque allí se costean la sanidad de forma individual. Trabajar en los Alpes otorga una gran ventaja competitiva en materia salarial respecto al resto de Europa.

 El tema de los salarios es complejo debido a su diversidad y yo no tengo todas las variables. Me resulta más fácil comparar trabajos. Un médico en Alemania cobra entre un 30% y un 50% más que uno de aquí. Su trabajo, a grandes rasgos, es muy parecido: salvar vidas y prevenir enfermedades u otros males. Un bombero, un profesor, un administrativo o un entrenador hará más o menos el mismo trabajo. Los salarios, dependiendo de los impuestos y los precios, serán siempre mayores en el caso alemán.

Igual la causa es eso que dicen de que el español es un "vago". La típica afirmación de que en el primer mundo europeo (básicamente el norte) la gente trabaja sus horas correspondientes y ni una más porque está mal visto y aquí, sin embargo, procrastinamos (lo dejamos todo para el final) y metemos muchas horas que en realidad se podrían ahorrar con una gestión eficiente del trabajo. Yo veo, por otro lado, que también tenemos un sistema sanitario envidiable que atiende a más gente que la media europea con menos dinero, por ejemplo. Y que nos se nos olvide que hay españoles por todo el mundo haciendo un gran trabajo en multinacionales. El problema no es que el español sea "vago" por naturaleza. Parece más que el problema está en España.

Si en España trabajásemos "a la alemana" en una fábrica de tornillos, donde cada operario hiciese 1000 tornillos diarios, nuestros trabajadores cobrarían menos por hacer el mismo trabajo que un danés o un belga. Quitando el café, las horas extras, los descansos por calor, las bajas improcedentes y los cursos de formación no ahorraríamos lo suficiente para igualar sus salarios. Simplemente no nos lo podemos permitir. Entre otras razones porque Alemania vende esos tornillos dentro de aparatos tecnológicos y motores que vende a otros países con un gran valor añadido. Nosotros ponemos los nuestros en los andamios que cimentan nuestra economía y que ahora muestran sus esqueletos en los solares.

Pero no sólo está Alemania, por otro lado tenemos las potencias emergentes, Asia sobre todo. Ellos no sólo te hacen 2500 tornillos en una jornada de 14 horas durante 355 días al año, además cobran menos de la mitad. ¿Cómo pueden permitírselo? Se dedican a exportar, como Alemania. ¿Qué pasa allí? Sus condiciones de mercado provocan que con un salario que aquí sería miserable ellos tengan unas necesidades que se consideran básicas cubiertas, que pueden diferir de las nuestras. Aquí hasta hace poco vivíamos en el espejismo de la sociedad del bienestar; allí impera la sociedad del consumo y las gobiernos pre, proto y postdemocráticos. Es esa sociedad la que alimenta el ritmo desbocado de producción y sus neoculturas. Son, junto a los Estados Unidos, un ejemplo de productividad.

Si quisiéramos igualarnos a nuestros compañeros de planeta lo más lógico sería, por tanto, ser más productivos. La crisis que nos azota ha hecho que los verdugos, o dirigentes destinados a sacarnos del atolladero según se mire, lleguen a la misma conclusión  pero no en terminos iguales. Para aumentar nuestra productividad nuestra masa empresarial quiere que rebajemos nuestros salarios. Eso supone un empobrecimiento de la clase asalariada y por tanto menos consumo e ingresos por impuestos de esa parte, pero también la contratación de más trabajadores que saquen adelante más trabajo. ¿Qué se consigue? Que por un mismo paquete de tornillos que vendemos a 100€, el coste de producción se reduzca. Eso genera más ingresos a la empresa, lo que supone más beneficios al empresario y a Hacienda (que somos todos).

La productividad de un empleado se calcula, simple y llanamente, calculando cuanto aporta su trabajo al PIB estatal. Si tu eres profesor, bombero, médico... tu aportación al PIB es negativa, por lo que supones un agujero negro en la productividad que deben compensar el resto de los trabajadores. Claro, como hemos decidido emular el modelo competitivo chino, la situación es insostenible. Aquí hay una democracia y una sociedad del bienestar, no una dictadura comunista/anarco-capitalista. Sólo reduciendo el modelo del bienestar y nuestros derechos podremos competir con China. Nuestros dirigentes, como reyes y emperadores hicieron antes, piden este sacrificio por el bien de todos desde sus púlpitos y tribunas.

¿Cuál es el resultado? Bueno, en China el modelo está generando una gran cantidad de millonarios. Las desigualdades crecen a la par que los precios, pero eso no es preocupante. Lo preocupante es que esa riqueza se dirige al consumo, no a la creación de una sociedad solidaria. Como un hambre insaciable, las potencias emergentes crecen para consumir y el consumo alimenta su crecimiento. Sin embargo el "hacia dónde" no está claro.

El modelo alemán de una estructura exportadora eficiente, con productos de calidad y un gran valor añadido, ha logrado el mantenimiento de una utopía social en Europa. No seguimos ese modelo porque nuestros políticos consideran que no somos capaces y carecemos de la inversión necesaria. Mejor crecemos a lo "chino" y nos dedicamos al ladrillo y a las tapas, en lo que hemos demostrado ser muy eficientes. Somos la cuarta potencia turística del mundo por visitantes y la segunda por ingresos. Y además tenemos unas constructoras de infraestructuras muy potentes, que al calor del dinero fácil y la estupidez política, nos han provisto de decenas de aeropuertos y una red de trenes de alta velocidad envidiada hasta en Estados Unidos.

Obviamente, la crisis y la burbuja ha hecho que aquí la construcción esté difícil y entiendo que la gente se muestre reticente, pero hay todo un mundo que enladrillar. Tanta Ciudad de las Artes, tanto AVE, tanta casa y tanto aeropuerto ha tenido que servir para tener una industria de construcción que exportar. También tenemos una emergente industria en el sector de las renovables (vivimos en un país energéticamente muy dependiente) y una calidad investigadora envidiable, tanto que se la llevan ante la desidia de nuestras administraciones. La gente viene a España de turismo, ¿por qué? Además del precio asequible, tenemos productos agrícolas de calidad y envidiados. ¿Por qué en todo el mundo se come queso belga, aceite italiano, jamones chinos, espárragos peruanos, plátanos filipinos y naranjas colombinas? La agricultura de nuestro país vive adicta a las subvenciones y subsidios, sin embargo los que apuestan por exportar triunfan.

Pero no, eso está lejano, hay que ir a pasitos. Primero hay que ser productivo a la "china". Mariano trabajará más horas, cobrará menos, tendrá menos derechos si es despedido y tendrá que costearse su sanidad y la de su familia, junto a la educación de sus hijos. Vivirá en una casa más pequeña, tendrá que ir andando al trabajo y el futuro penderá de una pensión que no sabrá si podrá cobrar. Porque claro, Mariano tendrá que pagar las deudas contraídas al no haber sido suficientemente productivo. Deuda que pagará él, sus hijos, sus nietos y todos los que vengan detrás. Al final resulta que nos convencerán de que para cobrar más, tenemos que tener mucho menos.

¿Quién gana con todo ésto? ¿A quién salvamos?

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