jueves, 30 de abril de 2009

La efectividad de la jerarquía militar

Uno de los sistemas políticos más efectivos es, sin duda, el militar. No hay posibilidad de discusión, y no es necesaria la retórica. Las órdenes son formuladas y acatadas al instante. Las ideas no son debatibles. Cada individuo tiene, por definición, un ámbito de poder determinado dependiendo de su posición en la jerarquía.

La ideología que propone la fuerza militar como gobierno de estado es el militarismo. En el fondo, se trata de uno de los sistemas políticos más antiguos y más sencillos: Esparta, el Imperio Romano, la España de Franco o la Alemania Nazi estaban basadas en el militarismo. El mensaje clave suele ser que "para mantener la paz, se debe estar preparado para la guerra" -la famosa expresión latina "si vis pacem, para bellum"-. Aquí, la violencia y la brutalidad alcanzan su grado máximo de mitificación y eficiencia.

Pero bueno, no me apetece hablar sobre el militarismo. Hoy en día no es el sistema político más abundante. Lo que me preocupa es que la gente, cada vez más, asume que su estado es casi militarista sin serlo. Y me refiero al debate, a la discusión y al pensamiento independiente. Parece que los ciudadanos no somos más que reclutas que acatan las órdenes de sus superiores, los partidos políticos. Hay un grupo de personas bastante reducido que genera y manufactura las ideas. Parece que no somos capaces de salirnos de su doctrina. Y éste me parece uno de los problemas sociales más fuertes que tenemos.

No debemos asumir ninguna jerarquía, no somos militares. Los políticos, símplemente por serlo, no deberían dictar nuestra línea de pensamiento. Tampoco debería hacerlo nuestro cantante de rock preferido. Se debe reivindicar y utilizar nuestra capacidad de pensamiento independiente. Debemos trabajar duro. Es la única manera de que algún día cambiemos algo. Es nuestra responsabilidad.

Que haya resaltado la palabra "utilizar" no es casualidad. Claro que todas las personas tienen una serie de ideas más o menos propias, aunque nadie es tan original como le gustaría. El problema es que minusvaloramos nuestros ideales. Lo más cómodo es aceptar lo establecido, y pensar que no merece la pena cambiarlo. De todas formas, ¿qué puede hacer un individuo?

Para poner en práctica nuestras ideas, además de cultivarlas, hay que ser optimistas. Es necesario contrastarlas y elaborarlas. Es preciso decir que, si votamos a un partido político, ese partido no nos representa totalmente. A pesar de que le haya votado, yo no pienso como usted... ¿Entonces, para que le hemos votado? ¿Acaso vivimos en una eterna resignación política, como el Sargento, el Alferez y el Capitán? Yo lo siento mucho, pero no me gustan nada los militares.

1 comentario:

  1. La responsabilidad como ciudadanos es la clave. Como esa frase del Laberinto del Fauno: "Es que obedecer por obedecer, así sin pensar... sólo lo hace gente como usted, capitán"

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