martes, 21 de abril de 2009

Por qué no creo en la democracia

Vía Foreign Policy

"Todo el mundo sabe que sólo hay un Dios. Ese Dios es el dinero, que es omnipotente y omnipresente. Su religión es la economía de mercado, de la que todos somos súbditos y esclavos, y sus sacerdotes son tipos sin rostro que manejan nuestros designios con hilos invisibles. ¿Cómo se manifiestan sus designios? Con la mano invisible de Adam Smith".

Así deben comenzar los modernos manuales de teología. Y en el catecismo debe venir reflejado los sacramentos del consumismo, el bautismo de la primera compra y el bendito compromiso con las modas. El neocapitalismo, garante del dogma, es el encargado de mantener la doctrina, evitar deserciones en sus filas e insuflar vida a su ideología.

La democracia, tal y como se desempeña en estos tiempos, no deja de ser una herramienta más de dicha religión. Para ejercer, como ciudadano, sus derechos y deberes es necesario el dinero. Para representarla... hace falta el dinero. Y no sólo eso, sino que también la misma democracia perpetúa el sistema erigiéndose en juez imparcial.

Nadie puede osar criticar el símbolo de la paz, prosperidad y progreso de occidente. Igual algún irakí. La democracia se ha convertido en la intocable paloma blanca de la religión dominante. Se ha convertido en una pieza más del mecanismo. Pero, sinceramente, considero que criticar la democracia en sí es un error tan común como censurar a toda la Iglesia -la católica- por su cabeza visible -e invisible-.

Aristóteles y Platón ya señalaban, algunos siglos antes del primer mesías -antes del dólar- que la democracia era el menos malo de los sistemas posibles. Platón la censuraba abiertamente, creyendo que la democracia implicaba el libertinaje y la ignorancia.

La democracia es un gobierno de libertad y libertinaje para él. Cada uno hace lo que le place y por eso la democracia exhibe una infinita variedad de tipos de hombres y mujeres. No se exige cultura ninguna ni especial preparación para llegar a ser gobernante; basta con que se afirme ser amigo del pueblo. Desaparecen las diferencias entre los ciudadanos y es así como se establece una peligrosa anarquía.

La anarquía de Platón se puede observar en la sociedad actual. No sólo el hecho de la posibilidad de acabar siendo gobernado por Berlusconi, sino la extensión como norma de que aquí cada uno hace lo que quiere -al menos en teoría-. Aristóteles sin embargo creía que esa era la democracia de las masas -o demagogia, ¿os suena?-, existiendo una democracia o politeia, mucho más virtuosa.

El problema de la politeia es que sólo se puede llevar a cabo en la Atenas de Pericles. Por lo tanto ambos filósofos, que junto a Sócrates, conforman la raíz del pensamiento occidental, sabían que la democracia no era el espíritu santo. Aristóteles señalaba que la necesidad de obtener el favor del electorado generará que el gobernante, en vez de acometer un buen gobierno, gobierne para mantenerse en el poder, sucumbiendo a la tiranía de la masa. Y lo sabía hace más de 2000 años.

Ambos filósofos en realidad confiaban más en una aristocracia en su sentido literal: gobierno de los mejores. Para Platón, obviamente, esos eran los filósofos, aunque a día de hoy podrían ser los mejores preparados. Y Aristóteles señalaba que esos pocos debían gobernar, sí o sí, para el beneficio de los demás.

La democracia puede ser un sistema adecuado para seleccionar a esas personas de forma consensuada por todos. El problema está exclusivamente en el criterio de los electores. En el solipsismo cartesiano y en la reivindicación radical liberal del individuo y su ensimismamiento. Yo votaré lo que a mí me convenga -una variante del "¿qué hay de lo mío?"-.

E ahí la cuestión. La madurez política de las personas es lo que hace viable una democracia que nos dé los mejores gobernantes. Por eso no creo en la democracia, porque ella solita no soluciona nada. Es como poner una excavadora en un solar y esperar a que se construya un edificio. La democracia es una herramienta para el gobierno, como lo son los partidos para las ideologías. Por ello no creo en la democracia. Prefiero creer en las personas y tener esperanza de que en algún momento logremos la madurez política necesaria.

Mientras tanto, el carácter instrumental de la democracia, sólo lo ha comprendido la religión del dinero.

3 comentarios:

  1. Está bien que dudes de lo bueno, de lo establecido como razonable, para mejorarlo. Eso te describe como ser humano. No dudes no obstante de lo que es malo, aunque no sepamos muy bien de lo que se trata. La fe sobre cualquier cosa me asusta, sea humano o divino; nos alinea. No nos permite pensar.

    Enhorabuena por analizar y plantearte las cosas. Cada vez quedáis menos. “Rara avis.”

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  2. Conste que en mi larga existencia, he ido intuyendo cosas, mejor, verdades, y hace algun tiempo vengo reivindicando que es el tiempo de los filósofos, al menos desde que apenas quedan, desde que nadie los promociona, desde que no se apoyan esos estudios y desde que en los bancos, no quedan reservas de pensamiento...de ideas, y revenden las viejas y las ocultan en ocasiones para sacar más beneficios e incluso las manipulan para que parezcan originales... es el momento de terminar con el posmodernismo y empezar con el Neonacimiento del s.XXI.

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  3. ¡Qué grande! ¡neonacimiento! Igual es éste nuestro momento.

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