viernes, 27 de noviembre de 2009

Justicia, Ley y culpabilidad (II): La Ley Natural



La Justicia es uno de los grandes misterios de la vida. ¿Se trata de un elemento natural? Creo que la gente puede comprender con cierta facilidad que lo que resulta bueno para ella, no tenga por qué resultar igual de buena para los demás. "Para gustos los colores", que diríamos. Sin embargo, cuando algo no sale según nuestros deseos, exclamamos: "¡qué injusticia!".

La Ley Natural

La Ley Natural establece
que existen unos preceptos normativos que surgen de nuestra mera existencia. Ésto es, el hecho de existir conlleva consecuencias. Por ejemplo, el rechazo de lo contrario, la no existencia -dar muerte- y, con ello, preservar la vida. Estoy hablando de un concepto terriblemente abstracto sobre el que se han escrito ríos y ríos de tinta. Santo Tomás -estudie en una facultad tomista, qué le voy a hacer- era un tipo listo, y estableció de forma más o menos canónica unos preceptos:

1. En tanto que sustancia existente el ser humano tiende a conservar su propia existencia.
2. Como animal
el ser humano está diseñado, o más bien destinado, a procrear.
3. Como animal racional, el hombre comprende la verdad y es capaz, por ello, de vivir en sociedad.

Además, la Ley Natural es, desde el momento en que es obvia nuestra existencia y de todo lo que nos rodea, evidente, universal e inmutable. Elemento clave de la teología cristiana, al establecer que el fundamento último de la existencia es Dios, y por lo tanto también de la Ley Natural, ha sido históricamente base para el derecho occidental. La autoridad de los gobernantes, que antiguamente concentraba tanto el poder religioso, como el ejecutivo, legislativo y judicial, venía de Dios. Si querías montar todo un tinglado legal de forma ajena a los desmanes de un tirano, debías fundamentarlo en las mismas bases.

Pero lo que para el teólogo italiano resultaba intuitivamente inefable, para otros resultó ser un producto de la razón humana. De hecho, si bien las leyes de la termodinámica establecen que la energía ni se crea ni se destruye, sino que se transforma, dejando bien claro que lo que es no deja en ningún caso de ser en esencia -atómica, al menos-, sí admite que cambie de forma. La muerte no es más que un cambio de forma de la sustancia física. Y el alma, puestos a teorizar, tampoco se destruye con el asesinato.

El universo es violento, aunque nunca aniquila la materia. Igual la naturaleza del planeta tierra. Los animales hacen mucho más que procrear: se comen unos a otros, se dejan morir en las playas o simplemente, un incremento desmesurado de su población, les lleva a la extinción. Y un animal ejemplar de todo esto es el ser humano. Por mucho que el intelectualismo moral y la visión cándida del mundo dicte que la razón siempre nos guía a lo mejor, lo cierto es que no sólo nos equivocamos, sino que elegimos mal a conciencia. O más que mal, elegimos modos, formas o maneras contrarias a los tres preceptos de la Ley Natural. Sólo hay que ver los índices de audiencia de Sálvame.

El hecho de que la vida te trate mal, de manera permanente e implacable, no es ninguna injusticia, simplemente es el imparable devenir de los acontecimientos. Sin embargo, el asesinar a una persona lo vemos como moralmente reprochable y un acto de injusticia mayúscula. Aunque antiguamente hubiese voluntarios para sacrificarse en altares, o la gente sacrificara cruelmente a sus enemigos. ¿Es por una Ley Natural escrita en el genoma del universo? No, tiene pinta de ser una convención social establecida para preservar la especie. Aquino, el Doctor Angélico, ya lo había dicho. Al fin y al cabo somos animales.

La ausencia de un paradigma de la conducta ejemplar es un gran quebradero de cabeza. Todo sistema legal, al ser humano, será un constructo vulnerable al cambio del tiempo y las convenciones sociales. La Justicia queda sumida en el caos de la variabilidad, al tener que justificarse ella misma. Las atrocidades cometidas por Adolf Hitler,
Iósif Stalin y otros genocidas sólo tienen cabida ante la crisis que supone el fuerte asidero de una justificación universal, evidente e inmutable. Por eso alguien inventó los Derechos Humanos.

jueves, 26 de noviembre de 2009

Justicia, Ley y culpabilidad (I): Equidad



Antes que nada, dejar claro que mi relación con las leyes ha sido siempre circunstancial, que no soy hombre de derecho, sino sujeto de sus vaivenes. Es ésta una humilde reflexión sobre la Justicia, la Ley y la culpabilidad. Disculpen la imprecisión y la ignorancia, y valoren la buena fe.

La idea más común que tenemos sobre la Justicia tiene que ver con la afirmación "a cada uno lo suyo". Al igual que en el mundo físico, en el que a cada acción le sigue una reacción, nuestras acciones tienen consecuencias en el medio en el que nos desenvolvemos. Sin embargo, mientras que los animales siguen su instinto, nosotros racionalizamos esas consecuencias. Esa racionalización lleva a la abstracción, aplicándolo a muchas otras cosas que la mera causalidad física. Pero sin duda, si algo es fundamental para el entendimiento de la justicia, es la propiedad privada.

Mientras que el instinto de supervivencia preserva nuestra única y más preciada posesión, nuestra vida, existen otras cosas que nos pertenecen de forma diferente. Desde el terreno de un asentamiento hasta las herramientas. El nacimiento de la propiedad privada se preservó gracias a la fuerza bruta, pero la vida en sociedad obligó a establecer una forma de regulación. La comunidad establecía unas pautas y convenciones, que una vez interiorizadas, asegurarían la convivencia. Así el más bruto y fuerte no podía hacerse con lo que quisiera, porque ya no se enfrentaba contra individuos, se enfrentaba con la sociedad.

El problema era el de conpensación. Si te quitan una cabra, no sólo has sido privado del animal, sino que ha sido violentada tu seguridad y tu legitimidad propiedad. ¿Es suficiente con una cabra a cambio? Para Aristóteles la clave de la Justicia estaba en la Equidad. Los justo es algo proporcional, el establecimiento de un equilibrio. No en vano el símbolo de la justicia es una balanza.

Lo justo distributivo se refiere a las cosas comunes, y es siempre conforme a la proporción. Si se hace la distribución de las riquezas comunes, se hará según la razón que guarden entre si las aportaciones particulares. Lo injusto, por su parte, siendo lo opuesto a lo justo, consiste en estar fuera de dicha proporción. Mas lo justo en las transacciones privadas, por mas que consista en cierta igualdad, así como lo injusto en cierta desigualdad, no es según aquella proporción, sino según la proporción aritmética.
Sin embargo es difícil establecer esa proporción promulgada por Aristóteles hace 2.400 años. En Babilona, allá por el 1792 antes de cristo (a.c.), ya tenían cierta noción. El Código de Hammurabi, uno de los documentos más antiguos de tipo legal que se conserva, apunta hacia la igualdad. Por ejemplo, si un arquitecto fabrica una casa endeble y al caerse mata al dueño y a su hijo, habrá que dar muerte tanto al arquitecto como a su hijo. La versión más antigua del "ojo por ojo, diente por diente", recogida en la Ley de Talión de la ley mosaica.

Mas si hubiera muerte, entonces pagarás vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe.
Exodo 21: 23-25
El miedo a los posibles excesos que podrían derivar de este sistema vengativo llevó a que el Talmud matizara esa ley mediante compensaciones económicas. Sin embargo la Ley de Talión es una constante hoy en día. Desde la pena de muerte, mecanismo de legitima defensa de la sociedad -según algunos-, hasta el sistema de venganzas que ha ido escribiendo la historia, siempre ha estado presente.

¿Es legítimo? La pederastia y el abuso a menores, el asesinato, la crueldad y el genocidio, debería ser castigados con una severidad para la que harían falta varias vidas para los culpables. También está el problema de la legitimidad. ¿Quién establece las proporciones? A no ser que existiera un codigo legal universal, evidente e inmutable, sólo un ser omnipotente podría ser capaz de crear dicho elemento. En ambos casos, una Ley Natural.

jueves, 8 de octubre de 2009

No al recorte del presupuesto de I+D

Parece que han querido sustituir cerebros por ladrillos... Y los que aspirábamos a investigar, a hacer lo que realmente nos gusta, nos vemos en la calle. Negro futuro le espera a este país.

jueves, 24 de septiembre de 2009

Impuestos y responsabilidad social

Cuando pagamos impuestos estamos pagando por unos servicios. No sólo para nosotros, también para todos los que nos rodean. El impuesto ha sido demonizado al igual que el colegio. Los niños no quieren ir al colegio, porque los mayores decimos "¡ya veras!". Y los padres no quieren pagar impuestos, porque le dicen que no siempre utiliza los servicios por los que paga. Pero el colegio, al igual que la formación académica, es determinante para la persona que queremos ser en el futuro. Los impuestos es igual, ya que determina la sociedad que queremos en el futuro.

El capitalismo hunde sus raices en el protestantismo. Sólo los mejores podían redimirse ante Dios, por lo que el trabajo era el único instrumento válido para alcanzar el cielo. La prosperidad y el éxito económico eran reflejo de la pureza. El capitalismo bebió de ahí, para establecer un sistema en el que cuanto más prosperabas, más derechos tenías. Si tienes mucho dinero puedes permitirte un colegio privado para tus hijos, un seguro médico privado, una urbanización privada con seguridad privada. Y lo merecerás todo, ya que el que no se lo pueda permitir no habrá luchado lo suficiente. O habrá tenido mala suerte.

Sin embargo, si apostamos por un sistema impositivo inteligente, tendremos una sociedad en la que las diferencias sociales no sean tan abismales. Una sociedad mejor favorece incluso a los ricos. Un rico que pague más impuestos y beneficie a sus vecinos, no tendrá que temer que la situación de estos afecte a la suya. Si los hijos de éstos reciben una buena educación, es probable que no se entretengan en importunar su acomodada existencia. Si tienen una sanidad satisfactoria, probablemente no tendrá que tener miedo de la extensión de gripes. Si financia el transporte público, aunque él vaya en su coche, no tendrá que tener miedo a que un coche que no esté en condiciones o un autobús sobrecargado se accidente con él. Y, además, nunca se sabe si las tornas pueden cambiar.

La educación, la sanidad, el transporte, las carreteras... no son gratuitos. No pagamos impuestos y luego, de gratis, nos ponen todo eso. Lo pagamos todos. No se trata de ser vagos, como quien va a mesa puesta. Los que critican la sociedad del bienestar se ceban en que al final, lo que creamos, son parásitos sociales. Pero si somos conscientes de que cada euro que pagamos revierte en nuestra sociedad, que podemos exigir que nuestro dinero se utilice de manera eficiente, las cosas cambiarían. Tendríamos menos dinero, pero no por ello menor poder adquisitivo, porque no tendríamos que preocuparnos de muchas cosas.

El problema es que quien gestiona los impuestos es un inútil, y lo aceptamos. El problema es que nunca pensamos en los problemas cuando se presentan, y pensamos que nunca necesitaremos costearnos un carísimo tratamiento para el cáncer. Nunca nos dejará tirado el coche y tendremos que recurrir a los transportes públicos y a carreteras estatales. Y definitivamente, olvidaremos nuestra responsabilidad social.

viernes, 12 de junio de 2009

La Democracia Directa

En este país, a todo el mundo le gusta ser "democrático". Tenemos actitudes democráticas, pensamientos democráticos, deportes democráticos e incluso jefes democráticos. Si le preguntamos a cualquiera con qué conceptos relaciona la democracia, directamente pensará en la libertad o la igualdad. Por tanto, si somos tachados de democráticos seremos personas que defienden unos puros valores. Amén.

Sr. Bush en una Asamblea General de la ONU

Ya hemos discutido en anteriores ocasiones lo ambiguo que es el concepto de libertad, y lo mismo podríamos decir sobre la amada igualdad. Estas palabras tienen efectos prácticos muy distintos dependiendo de cómo las interpretemos, y de los límites que se les establezcan. Lo mismo ocurre con nuestras actitudes democráticas, porque el sistema al que estamos acostumbrados no es la única forma de democracia existente.

El tipo de democracia que más se utiliza es la democracia representativa. Como el nombre indica, se trata del sistema en el que se delega el poder en una o varias personas escogidas, y es al que todos estamos acostumbrados. En este caso, los interesados se limitan a elegir representantes para que estos deliberen y tomen las decisiones. Por tanto, el electorado debe confiar en las capacidades y buenas intenciones de los delegados.

En el otro extremo aparece la democracia directa. En este caso, el conjunto de personas interesadas participan en una reunión o asamblea, exponiendo sus propuestas y tomando las decisiones en equipo. Sí, como cuando nuestra cuadrilla de amigos tiene que decidir dónde ir a cenar. No resulta fácil, ¿verdad?

Como es lógico, para que esta filosofía tenga alguna utilidad práctica se debe utilizar un conjunto de mecanismos y reglas. El principal objetivo suele ser alcanzar la decisión por consenso, y sólo se recurre a la votación en el caso de que el consenso no sea posible o se trabaje con decisiones rutinarias o "sencillas". Existe la figura del delegado, pero se dice que es una delegación revocable: el delegado debe seguir las directrices y decisiones de la asamblea, y en cualquier momento puede ser destituido de su cargo.

El verdadero problema reside en la propia definición de consenso, y en la forma de alcanzarlo. Un sistema de toma de decisiones debe ser eficiente en tiempo y recursos, o las decisiones llegarán tarde o jamás se decidirá nada. Las decisiones unánimes (en las que todo el mundo, o casi, está de acuerdo) son muy difíciles de alcanzar. Además, una decisión unánime puede alcanzarse mediante simple poder persuasivo (retórica o amenaza) e incluso impaciencia, y no mediante un verdadero razonamiento. Eso sí, la discusión abierta permite a las personas que mejor conocimiento tienen del tema utilizar sus argumentos para influir en las decisiones. Esta es una de las razones por la que la democracia directa se utiliza en proyectos complejos, donde es necesaria la experiencia de muy diversos especialistas.

Sobre cómo alcanzar el consenso poco se ha escrito, y cada asamblea suele emplear un método distinto. Hay que tener en cuenta que dependiendo del número de participantes y el ámbito de la discusión, algunos mecanismos son más efectivos que otros. Eso sí, en toda asamblea suele existir un responsable o facilitador que tiene la responsabilidad de llevar el proceso a buen término. Un método que me ha llamado la atención ha sido el uso de tarjetas de color. Se pueden usar tanto para la discusión como para la decisión [wikipedia]:

Para la discusión:

El miembro del grupo que desean hablar, levanta una tarjeta.

  • Una tarjeta verde significa «tengo algo que decir» o «tengo una pregunta». Cuando varios miembros del grupo sostienen una tarjeta verde, los que quieren hablar, son apuntados en el orden en que surgen. Cada persona habla en su turno, de forma similar a la toma de decisión cuáquera de consenso.
  • Una tarjeta amarilla significa «puedo aclarar» o «necesito que me aclaren» (de lo que se ha dicho).
  • La tarjeta roja es una tarjeta de proceso. Cuando se levanta la tarjeta roja pide a los miembros que observen o presten atención al proceso. Por ejemplo un individuo que levanta una tarjeta roja podría decir: «aquí nos estamos saliendo del tema», «¿cuál es nuestro objetivo al hacer esto?» o «¿qué les parece si tomamos un receso?». Les da a todos los miembros oportunidad por igual de ser facilitadores.

Para la decisión:

Después de la discusión, el facilitador articula una propuesta y hace un llamado para que muestren sus tarjetas.

  • La tarjeta verde significa: «estoy de acuerdo».
  • La tarjeta amarilla significa: «me abstengo» (no me opongo pero no lo apoyo).
  • La tarjeta roja significa: «no estoy de acuerdo, pero estoy dispuesto a trabajar para encontrar una forma mejor, tomando en consideración lo que se ha dicho por otros miembros del grupo». De esta manera el sostener una tarjeta roja no detiene el proceso, significa que la persona que la sostiene va a trabajar con los demás en el asunto en cuestión para traerlo a una junta posterior. Esto asegura que las tarjetas rojas no sean usadas a la ligera.

Si el lector conoce otros mecanismos o ha participado en asambleas, estaríamos muy contentos de que compartiera su experiencia.

Como puede verse, este método es efectivo en la medida en que se toman decisiones de ámbito local. No tiene sentido que en una asamblea se tomen decisiones que no impliquen directamente a los participantes. Por tanto, las instituciones que utilizan la asamblea para la toma de decisiones a nivel nacional (como la CNT), están organizadas de forma federal o confederal. Lo que esto significa es que los organismos federados delegan ciertos poderes a un organismo superior, pero conservando su autonomía para algunas competencias (la confederación tiene un poder central más limitado que la federación). Estas delegaciones, idealmente, son revocables desde la base y representan de una forma efectiva a la asamblea que los ha elegido. Los delegados constituirían otra asamblea de carácter más global (que se encarga de asuntos más generales), y así sucesivamente. Cuantos menos "escalones" necesite la federación para ser gobernada, la democracia será más directa.

La importante paradoja que aparece en este punto es que, cuantos más participantes tenga el sistema, el escalonamiento se vuelve mayor, por lo que una mayor delegación es necesaria (la democracia se vuelve más indirecta). Sin embargo, para garantizar que se defiendan los intereses de todos los implicados, su participación directa es indispensable... Como cuando los colegas deciden ir a cenar a un sitio caro, y nosotros -sin un duro- no podíamos discutir porque estábamos estudiando. ¡Una pena!

martes, 9 de junio de 2009

Gobernante


El pasado 4 de junio Barack Hussein Obama pronunció un discurso en la Universidad del Cairo. En ese discurso citó el Corán con la autoridad que le da ser descendiente de musulmanes -por parte de su padre keniata-. El gesto, que puede parecer anecdótico o un simple gesto al mundo islámico, es en realidad una traición a uno de los grandes valores de su país: el cristianismo.

El gobernante de una nación no es comprendido como un gestor, con una identidad libre y un sistema propio de valores, actitudes y opiniones. Seguimos encerrados en la mentalidad medieval de que el dirigente es representante de todos los valores de la nación, lo que es un gran problema de legitimación. ¿Son siempre los dirigentes símbolos de los pueblos que rigen? ¿Es necesario?

En Egipto el faraón era un dios, al igual que en Roma o Persia, que representaba su imperio. Todos los pueblos han tenido un caudillo representante de sus valores, pareceres y manías. Al igual que un macho dominante en la naturaleza, jefes de tribu, reyes, emperadores y gobernantes legitimaban su poder en el hecho de ser garantes de esa esencia, encerrada en la sangre. "El primer dirigente era un paradigma de nuestra nación, yo como su hijo, soy parte de ese linaje y también represento este pueblo".

La sangre es traicionera, así que siempre hubo gente dispuesta convertirse en garantes de la nación y deshacerse de aquellos que no cumplían los requisitos "esenciales". La figura del dictador, prohombre dispuesto a salvar a la pequeña humanidad nacional, transformaba la sociedad según su visión, invirtiendo los papeles. El dirigente ya no era símbolo de lo que era el pueblo, más bien al contrario.

Ahora la duda se impone. Decir que Berlusconi es símbolo de la Italia actual no sé si sería un piropo retorcido o una realidad lamentable. Los borbones, venidos de la vecina Francia, tampoco parecen los más indicados para representar la imposible y heterogénea esencia española. Ni nuestro monarca florero ni el resultado de una democracia bipartidista. ¿Unas veces somos un tipo de español y otras veces otro?

El dirigente de un país, según Aristóteles, debe asegurar un buen gobierno. Da igual de dónde sea o cómo sea, lo que debe hacer es procurar hacer lo que "deba hacerse". Reconversión industrial, dejar hundirse a los bancos, subir impuestos o declarar la guerra. El gobernante debe tener criterio, debe saber sobre sus funciones y las demandas del pueblo -siempre que sea oportuno-, y sobre todo, debe de tener el respaldo del pueblo. Puede equivocarse, pero ahí también debe saber rectificar y pasar el testigo. Y es que ser gobernante es muy difícil.

En la actualidad no existe confianza en los políticos, no se atienden a las demandas del pueblo jamás y los gobernantes no saben gobernar. El criterio, y ya lo decía Aristóteles, está pendiente de prometer lo que la gente quiere, no lo que necesita -y encima no cumplirlo-. Es mejor cumplir las promesas a los que financian las campañas electorales. Así tenemos políticos prometiendo pleno empleo desde a las puertas de una crisis global, prometiendo revocar leyes que seguramente no revocarán o pidiendo el fin de la monarquía con cuatro millones de parados.

Es triste comprobar la deriva de los gobiernos del mundo. En Irán se empieza a cuajar una revuelta popular que amenaza con desestabilizar aún más la región tras unas elecciones que muestran la división entre el mundo rural y el urbano, incluso en los países musulmanes más o menos radicales. Y esto justo después que el presidente del país que declaró la guerra al terror en nombre de Dios, coquetée con el Islam.

Deberíamos sorprendernos de que Obama intente gobernar de forma correcta, no del color de su piel. Su discurso no fue algo fácil -piensen en Texas-. Pero tan importante como el gobernante, son los gobernados. Y ahí, hoy, no veo solución.


domingo, 24 de mayo de 2009

La libertad

Parece ser que la primera referencia a la palabra libertad fue escrita en caracteres cuneiformes sumerios. De hecho, la escritura cuneiforme es la más antigua que se conoce. “Ama-gi”, libertad en sumerio, significaba literalmente “volver a la madre”. La verdad es que es bastante evocador.

Lo que entendemos por libertad cambia de una cultura a otra, y también evoluciona en el tiempo. Cada ideología del espectro político entiende la libertad de una forma distinta, y es uno de los rasgos que más las diferencian.

En las democracias occidentales la libertad política se suele asociar con el derecho al voto y a la libre expresión. El poder judicial protege, mediante leyes, lo que se ha establecido como libertad buena. Porque la libertad mala, la irresponsable, es sancionada.

La línea que separa la libertad buena de la mala es realmente tenue y cambiante. Sin embargo, esta concepción condiciona totalmente nuestra vida. Por ejemplo, en Irán el ateísmo y el agnosticismo son unas libertades que no son tolerables, y son ilegales. En el estado español, los partidos políticos no tienen la libertad de no condenar los atentados terroristas. Se trata de una libertad mala. Tampoco tenemos la libertad de matar a cualquiera que va por la calle, o de conducir a 200 Km/hora. En Texas, la gente puede adquirir un rango muy amplio de armas de forma libre. La libertad moralmente irresponsable se suele definir como libre albedrío.

El libre albedrío es una cualidad innata del "ser humano". A pesar de estar condicionados por actitudes instintivas, lo estamos mucho menos que otras especies animales. Algunas corrientes anarquistas defienden que el individuo será capaz de controlar su libre albedrío sin necesidad de un intermediario sancionador. En este caso, las acciones inmorales no compensan y el individuo las deshecha.

Como vemos, la moral (entendida como la diferenciación entre el bien y el mal) condiciona el concepto de libertad. Hace pocos años, en España, el matrimonio entre homosexuales era algo moralmente intolerable, y por tanto ilegal. Ahora el colectivo homosexual es mas libre. Pero no nos confundamos.

Al igual que la moral no es universal, la libertad tampoco lo es. De la misma forma que Franco consiguió construir su España “Una, Grande y Libre”, Ernesto Guevara luchó por una Cuba "Libre". La libertad política es una metáfora totalmente subjetiva. Por tanto, no nos dejemos impresionar por esta hermosa palabra. No podemos usarla sin aclarar lo que implica en cada contexto, aunque quede bien en los discursos. La estatua de la libertad sólo es una estatua, porque la libertad en sí no es nada.

jueves, 21 de mayo de 2009

A nadie le gusta el esperanto

El esperanto es una lengua artificial creada por un oculista polaco -Lázaro Zamenhof- en 1887. Este señor tenía la esperanza de que se convirtiera en la lengua auxiliar internacional más importante, y le pusieron el seudónimo de Dr. Esperanzado. Así, su lengua fue bautizada en nombre de su ilusión.

Lázaro era un tipo muy inteligente. Era capaz de hablar hasta 9 lenguas distintas -ruso, alemán, polaco, latín, hebreo, griego, etc-, y sólo tardó 10 años en crear una nueva. En Byalistok (Rusia, 1897), su ciudad natal, convivían un 66% de judíos, un 18% de polacos, un 8% de rusos, un 6% de alemanes y un 2% de bielorrusos. Lázaro pronto se dio cuenta de que esta diversidad cultural acarrearía problemas, y decidió crear una lengua común sin dar prioridad a ninguna comunidad.

La primera gramática de esperanto fue publicada en Varsovia en julio de 1887. En las décadas posteriores el número de hablantes se incrementó rápidamente, y hoy en día se siguen realizando congresos anuales en los cinco continentes.

Durante el primer tercio del siglo XX fue muy utilizado y difundido por el movimiento obrero en Europa, en Alemania era conocido como el latín de los obreros. En España se volvió muy popular en las escuelas racionalistas y ateneos libertarios previos al régimen franquista. Por supuesto, todos los grandes dictadores del siglo XX prohibieron este idioma por rojo o comunista. Incluso Stalin señaló el esperanto como "un idioma de espías", y también se ejecutaron esperantistas en la Unión Soviética.

Hay estudios que estiman que el número de hablantes de esperanto está entre 100.000 y 2.000.000. La verdad es que los admiro. Nadie se puede sentir muy vinculado con este engendro artificial, que no es oficial en ningún país y que está basado en un popurrí de lenguas variadas, principalmente de origen latino.

Lo cierto es que a nadie le gusta el esperanto. No sirve para afirmar ninguna identidad cultural ni nacional, ni tampoco para expandir el poder de un imperio. No imagino a ningún adolescente emocionándose con el himno esperantista. Ni a ningún político ganando votos haciendo alarde de su idioma.

Por supuesto, no hay nada más util que la lengua para influir en otros paises, y para agilizar la expansión económica de una nación. Si no que se lo pregunten a los estadounidenses o a los británicos. El inglés es el idioma oficial de la ciencia y de los negocios. Es el idioma de los que mueven el cotarro, como lo fue el latín en los tiempos de Roma.

Todo esto viene a cuento porque llevo casi un año en Escocia, y estoy un poco cansado del English. A mi no me gusta el Esperanto, pero tampoco me gusta el English. Sólo aprendo English porque todo el mundo habla English. Y hace falta comunicarse con el mundo, de eso estoy seguro.

Por eso, amigos, aprendamos esperanto. Lo digo alegremente. Porque hay unos señores monolingues muy importantes que se benefician de nuestro bilingüismo, y porque la ikurriña británica es para los británicos, y las estrellitas para los yankis.

miércoles, 20 de mayo de 2009

El desastre de Chernobyl

Monumento a las víctimas de Chernobyl de Mikhail Evstafiev a las afueras de Moscú.

El otro día encontré un documental muy bueno sobre el accidente de Chernobyl. Se hace un análisis realmente profundo de todo lo sucedido, muy bien resumido pero sin omitir detalles.

De verdad, merece la pena verlo:



NOTA: para evitar que el vídeo se pare y tengamos que esperar para seguir viéndolo, debemos hacer lo siguiente:

- Pulsar el botón pause y dejar que se cargue el vídeo entero.
- Ir a las opciones del navegador Archivo>Trabajar sin conexión (Firefox).
- Cuando el vídeo se detenga (a los 72 minutos), deshabilitar el trabajo sin conexión en el menú anterior y recargar la página. Volver a reproducir el vídeo, y seleccionar con el cursor el minuto en el que nos habíamos quedado.

De lo contrario hay que esperar un rato para ver el final. Podéis ir a dar una vuelta o dejarlo minimizado, aunque el truco anterior funciona.

¡Un saludo!

martes, 12 de mayo de 2009

Politifact: lo prometido es deuda

Politifact.com es una web en la que se mide el grado de verdad de los discursos de los políticos americanos. Hay diversos grados de verdad, desde pants on fire -es tan falso que tiene los panties ardiendo- hasta true -verdadero- (por cierto, he visto pocos trues). También disponen de un obameter, en el que se lleva un seguimiento de las promesas que hizo Obama en la campaña electoral, comprobando si se cumplen o no. Puede sonar rockanvolesco, pero es así.

Politifact fué lanzado por el director ejecutivo del St. Petersburg Times en agosto del 2007. Y parece que esta gente no se toman el proyecto a la ligera: llevan la cuenta de nada menos que 865 afirmaciones de políticos y 514 promesas de Obama. Todas las conclusiones a las que llegan tienen fuentes y están justificadas. No sé si son totalmente objetivos (cosa dificil en periodismo), pero han ganado el premio Pulitzer por la cobertura que ofrecieron a las últimas elecciones americanas.

Truth-O-Meter en Politifact

La idea me parece sencillamente genial. Una herramienta como esta puede ser muy poderosa. Hay que tener en cuenta que, en una democracia, los políticos se basan en el discurso y la imagen para subir al poder. Una vez arriba, nadie se acuerda del programa electoral ni las promesas. Promesas. Es como si nuestra vida dependiese de su voluntad. Como cuando el padre promete al hijo que irá a verlo al partido. Nadie puede juzgar al padre, y el hijo tampoco puede hacer nada (salvo resignarse y jugar). Aunque instrumentos como Politifact no solucionan el problema, pueden intentar al menos mitigarlo. El objetivo, al fin y al cabo, es señalar con el dedo a los mentirosos. Ya sabemos que, en democracia, la popularidad lo es todo.

Ahora viene la sorpresa: Lo Prometido es Deuda es un equivalente en España. Aunque parece que no se actualiza desde diciembre del 2008. Hay que tener en cuenta que este proyecto no es más que una comunidad Wiki (cualquier internauta puede participar, como en la Wikipedia), y no está profesionalizado. Sin embargo, he encontrado algunas promesas que, a estas alturas, son tan surrealistas que suenan hasta graciosas:

"El PSOE promete becas-estudio de 515 euros y potenciar la universidad"

"PSOE promete crear 45.000 empleos en la minería, la industria, la agricultura ecológica y el turismo"

"El PSOE promete renunciar a la energía nuclear"

"El PSOE promete crear 12.000 empleos para las mujeres cántabras"

Entre otras muchas. Sólo menciono promesas del PSOE porque son los que están en el poder. Esta gente, con lo que dijeron y se callaron, ganaron las elecciones. Si están en el poder es para ofrecer el servicio que prometieron a sus votantes. Y si se pueden ofrecer servicios que no se van a cumplir, entonces, el problema es verdaderamente nuestro, porque nosotros somos quienes dejamos que nos engañen. Eso sí, una vez engañados, me parece justo exigir que al menos se ganen el sueldo.

jueves, 30 de abril de 2009

La efectividad de la jerarquía militar

Uno de los sistemas políticos más efectivos es, sin duda, el militar. No hay posibilidad de discusión, y no es necesaria la retórica. Las órdenes son formuladas y acatadas al instante. Las ideas no son debatibles. Cada individuo tiene, por definición, un ámbito de poder determinado dependiendo de su posición en la jerarquía.

La ideología que propone la fuerza militar como gobierno de estado es el militarismo. En el fondo, se trata de uno de los sistemas políticos más antiguos y más sencillos: Esparta, el Imperio Romano, la España de Franco o la Alemania Nazi estaban basadas en el militarismo. El mensaje clave suele ser que "para mantener la paz, se debe estar preparado para la guerra" -la famosa expresión latina "si vis pacem, para bellum"-. Aquí, la violencia y la brutalidad alcanzan su grado máximo de mitificación y eficiencia.

Pero bueno, no me apetece hablar sobre el militarismo. Hoy en día no es el sistema político más abundante. Lo que me preocupa es que la gente, cada vez más, asume que su estado es casi militarista sin serlo. Y me refiero al debate, a la discusión y al pensamiento independiente. Parece que los ciudadanos no somos más que reclutas que acatan las órdenes de sus superiores, los partidos políticos. Hay un grupo de personas bastante reducido que genera y manufactura las ideas. Parece que no somos capaces de salirnos de su doctrina. Y éste me parece uno de los problemas sociales más fuertes que tenemos.

No debemos asumir ninguna jerarquía, no somos militares. Los políticos, símplemente por serlo, no deberían dictar nuestra línea de pensamiento. Tampoco debería hacerlo nuestro cantante de rock preferido. Se debe reivindicar y utilizar nuestra capacidad de pensamiento independiente. Debemos trabajar duro. Es la única manera de que algún día cambiemos algo. Es nuestra responsabilidad.

Que haya resaltado la palabra "utilizar" no es casualidad. Claro que todas las personas tienen una serie de ideas más o menos propias, aunque nadie es tan original como le gustaría. El problema es que minusvaloramos nuestros ideales. Lo más cómodo es aceptar lo establecido, y pensar que no merece la pena cambiarlo. De todas formas, ¿qué puede hacer un individuo?

Para poner en práctica nuestras ideas, además de cultivarlas, hay que ser optimistas. Es necesario contrastarlas y elaborarlas. Es preciso decir que, si votamos a un partido político, ese partido no nos representa totalmente. A pesar de que le haya votado, yo no pienso como usted... ¿Entonces, para que le hemos votado? ¿Acaso vivimos en una eterna resignación política, como el Sargento, el Alferez y el Capitán? Yo lo siento mucho, pero no me gustan nada los militares.

martes, 21 de abril de 2009

Por qué no creo en la democracia

Vía Foreign Policy

"Todo el mundo sabe que sólo hay un Dios. Ese Dios es el dinero, que es omnipotente y omnipresente. Su religión es la economía de mercado, de la que todos somos súbditos y esclavos, y sus sacerdotes son tipos sin rostro que manejan nuestros designios con hilos invisibles. ¿Cómo se manifiestan sus designios? Con la mano invisible de Adam Smith".

Así deben comenzar los modernos manuales de teología. Y en el catecismo debe venir reflejado los sacramentos del consumismo, el bautismo de la primera compra y el bendito compromiso con las modas. El neocapitalismo, garante del dogma, es el encargado de mantener la doctrina, evitar deserciones en sus filas e insuflar vida a su ideología.

La democracia, tal y como se desempeña en estos tiempos, no deja de ser una herramienta más de dicha religión. Para ejercer, como ciudadano, sus derechos y deberes es necesario el dinero. Para representarla... hace falta el dinero. Y no sólo eso, sino que también la misma democracia perpetúa el sistema erigiéndose en juez imparcial.

Nadie puede osar criticar el símbolo de la paz, prosperidad y progreso de occidente. Igual algún irakí. La democracia se ha convertido en la intocable paloma blanca de la religión dominante. Se ha convertido en una pieza más del mecanismo. Pero, sinceramente, considero que criticar la democracia en sí es un error tan común como censurar a toda la Iglesia -la católica- por su cabeza visible -e invisible-.

Aristóteles y Platón ya señalaban, algunos siglos antes del primer mesías -antes del dólar- que la democracia era el menos malo de los sistemas posibles. Platón la censuraba abiertamente, creyendo que la democracia implicaba el libertinaje y la ignorancia.

La democracia es un gobierno de libertad y libertinaje para él. Cada uno hace lo que le place y por eso la democracia exhibe una infinita variedad de tipos de hombres y mujeres. No se exige cultura ninguna ni especial preparación para llegar a ser gobernante; basta con que se afirme ser amigo del pueblo. Desaparecen las diferencias entre los ciudadanos y es así como se establece una peligrosa anarquía.

La anarquía de Platón se puede observar en la sociedad actual. No sólo el hecho de la posibilidad de acabar siendo gobernado por Berlusconi, sino la extensión como norma de que aquí cada uno hace lo que quiere -al menos en teoría-. Aristóteles sin embargo creía que esa era la democracia de las masas -o demagogia, ¿os suena?-, existiendo una democracia o politeia, mucho más virtuosa.

El problema de la politeia es que sólo se puede llevar a cabo en la Atenas de Pericles. Por lo tanto ambos filósofos, que junto a Sócrates, conforman la raíz del pensamiento occidental, sabían que la democracia no era el espíritu santo. Aristóteles señalaba que la necesidad de obtener el favor del electorado generará que el gobernante, en vez de acometer un buen gobierno, gobierne para mantenerse en el poder, sucumbiendo a la tiranía de la masa. Y lo sabía hace más de 2000 años.

Ambos filósofos en realidad confiaban más en una aristocracia en su sentido literal: gobierno de los mejores. Para Platón, obviamente, esos eran los filósofos, aunque a día de hoy podrían ser los mejores preparados. Y Aristóteles señalaba que esos pocos debían gobernar, sí o sí, para el beneficio de los demás.

La democracia puede ser un sistema adecuado para seleccionar a esas personas de forma consensuada por todos. El problema está exclusivamente en el criterio de los electores. En el solipsismo cartesiano y en la reivindicación radical liberal del individuo y su ensimismamiento. Yo votaré lo que a mí me convenga -una variante del "¿qué hay de lo mío?"-.

E ahí la cuestión. La madurez política de las personas es lo que hace viable una democracia que nos dé los mejores gobernantes. Por eso no creo en la democracia, porque ella solita no soluciona nada. Es como poner una excavadora en un solar y esperar a que se construya un edificio. La democracia es una herramienta para el gobierno, como lo son los partidos para las ideologías. Por ello no creo en la democracia. Prefiero creer en las personas y tener esperanza de que en algún momento logremos la madurez política necesaria.

Mientras tanto, el carácter instrumental de la democracia, sólo lo ha comprendido la religión del dinero.

jueves, 2 de abril de 2009

El espectro político



Lejos de ser un fantasma, el espectro político no es más que una forma de clasificar las distintas teorías e ideologías políticas. Me parece importante llegar a un acuerdo sobre este tema, porque se nos suele llenar la boca con conceptos ambiguos cuyo significado cambia con el tiempo y/o el punto de vista.

Primero haremos un resumen sobre las principales cuatro ideologías, para luego intentar cortar el melón en dos mitades: la izquierda y la derecha. ¡Difícil tarea! Ánimo.



Totalitarismo

El totalitarismo es aquella ideología política en la que el estado regula todos los aspectos de la vida pública y privada. El término autoritarismo se refiere más bien a la estructura del gobierno (en la que todo el poder reside en una única persona o colectivo) que a la estructura social. Un régimen totalitario no solo tiene un gobierno autoritario, sino también intenta moldear y controlar la ideología de todos los individuos. Suele ser dirigido por un líder carismático que tiende a ser divinizado. La propaganda, el total control de los medios de comunicación y brutales medidas de represión son otras características comunes. En el sistema totalitario (y no necesariamente en el autoritario), todas las estructuras sociales y económicas ajenas al estado son destruidas (idealmente). Hoy en día se suele entender como modelo totalitario tanto el comunista de la antigua Unión Soviética como el nazi/fascista de Hitler y Mussolini.


Conservadurismo


El conservadurismo es la ideología que defiende las tradiciones y es adversa a los cambios. Los conservadores se oponen a los cambios políticos, sociales y económicos bruscos: intentan mantener el orden establecido o volver a situaciones del pasado. La religión es valorada como cohesionador social y como necesidad humana profunda; por lo que la familia y los roles sociales deben ser coherentes con los valores religiosos. Los conservadores suelen tener posturas nacionalistas y defienden la figura del estado para mantener el orden establecido: se desconfía de la capacidad del pueblo para gobernarse. La jerarquía es necesaria y es frecuentemente considerada como algo natural.

Hoy en día los partidos conservadores más conocidos han abando el proteccionismo económico para adoptar posturas liberales. El liberalismo económico defiende la propiedad privada y el no-intervencionismo del estado en la economía, y no tiene porqué estar asociado con el conservadurismo.


Socialismo


El socialismo es la ideología que defiende un control administrativo colectivista, que puede ser estatal o no-estatal; dictatorial o democrático. El colectivismo, en oposición al individualismo, hace énfasis en que el bien colectivo es más importante que el bien individual.
El socialismo se asocia con el establecimiento de una clase trabajadora organizada, creada ya sea mediante revolución o evolución social o mediante reformas institucionales, con el propósito de construir una sociedad sin clases estratificadas o subordinadas unas a otras.

Los orígenes del socialismo se remontan a la revolución francesa, cuando la clase feudal francesa fue derrocada y la burguesía ascendió al poder. Uno de los socialistas clásicos más conocidos es el alemán Karl Marx. Marx desarrolló la propuesta política conocida como socialismo científico o marxismo. Se propone la necesidad de una dictadura del proletariado (el estado obrero, formado por comunas o soviets) como paso previo a la transición entre el capitalismo y el socialismo comunista: el proletariado debería ser la clase dominante hasta que paulatinamente se consiga una sociedad sin clases. Según Marx, la existencia misma de cualquier estado implica la dictadura de alguna clase social sobre otra.

Sin embargo, entre los socialistas hubo una temprana división entre marxistas y anarquistas (o socialismo libertario). El ideal del anarquismo es que las personas decidan sobre sus vidas directamente, defendiendo la abolición del Estado y promoviendo el autogobierno de asociaciones. Se propone una economía en la que la propiedad está en manos de quien la ha ganado legítimamente. Hay corrientes anarquistas muy diversas que prometo explicar en otro post.

En las democracias modernas la corriente socialista dominante es la socialdemocracia. Este movimiento propone reformar democráticamente el sistema capitalista, y no destruirlo (como el principal objetivo es la reforma, se dice que es progresista). Se defiende el intervencionismo del estado en el sector económico y social para aliviar las supuestas injusticias generadas por el sistema de mercado.


Liberalismo


El liberalismo es un conjunto de filosofías políticas que consideran la libertad individual y la igualdad como objetivos primordiales. Se enfatizan los derechos individuales y la igualdad de oportunidad: la figura del individuo queda por encima de todo aspecto social o colectivo, defendiéndose el individualismo. El derecho a la propiedad privada es protegido por el Estado, ya que se considera una fuente de desarrollo individual. La libertad es un derecho inviolable que se traduce en libertad de pensamiento, de expresión, de prensa, etc. Sin embargo, el concepto de igualdad sólo se aplica a aspectos jurídicos y políticos: esto es, se acepta la desigualdad económica, aunque todas las personas comparten los mismos derechos. Al fin y al cabo, es la doctrina en la que se fundamenta la democracia parlamentaria actual.

El liberalismo se puede aplicar en distintos ámbitos: en lo social, en lo económico y en lo político. En general, lo que se defiende es la no intromisión del estado en ningún ámbito de la vida de los ciudadanos, que son considerados sujetos libres. Veamos:
  • El liberalismo social defiende la no intromisión del estado en la conducta privada del individuo, permitiéndose la total libertad de pensamiento y de religión. Esta intromisión debería ser nula, permitiéndose, por ejemplo, el matrimonio entre cualquier par de personas o la liberalización de la enseñanza (el Estado no regula el conocimiento de los ciudadanos).
  • El liberalismo económico defiende la mínima interferencia del Estado en la economía. Bajos impuestos y pocas prestaciones sociales, así como la propiedad privada y el contrato individual son las bases de esta teoría.
  • El liberalismo político inspiró el Estado de Derecho en el siglo XIX, e inspira las medidas políticas y judiciales dirigidas a reducir el intervencionismo.
Por supuesto, en el liberalismo hay multitud de corrientes que defienden con mayor o menor entusiasmo estas diferentes propuestas.


Cortando el melón... ¿Alguien tiene un cuchillo?


Pero, entonces, ¿qué entendemos por derecha e izquierda? En general, se suele decir que la izquierda está formada por ideologías que consideran prioritario el progresismo y la igualdad socio-económica por medio de derechos colectivos. La derecha serían las posiciones opuestas, que serían conservadoras, liberales o religiosas. Pero claro, visto así... ¿Las ideologías totalitarias son de izquierdas o de derechas? ¿Se puede ser socialista y liberal a la vez? Parece que sí... Entonces, tenemos un ejemplo de una ideología de centro. ¡Y ya me estoy perdiendo...!

martes, 31 de marzo de 2009

Una puerta abierta


Según la wikipedia*, la política se define como:

"La política es la actividad humana tendente a gobernar o dirigir la acción del estado en beneficio de la sociedad."

"Es el proceso orientado ideológicamente hacia la toma de decisiones para la consecución de los objetivos de un grupo".

Como vemos, aparecen dos palabras clave: estado e ideología.

"El estado es un concepto político que se refiere a una forma de organización social soberana y coercitiva, formada por un conjunto de instituciones involuntarias, que tiene el poder de regular la vida sobre un territorio determinado."

"Una ideología es el conjunto de ideas sobre el sistema existente, y que pretenden su conservación, su transformación o la restauración del sistema previamente existente."

Parece ser que la ideología fomenta la creación o persistencia de un sistema u organización -lo que se suele conocer como estado, aunque no todas las ideologías defienden su creación-. Esta organización es gestionada mediante la política. Por tanto, ante todo, lo que verdaderamente condiciona la estructura social y su gestión es la ideología. Es muy importante hacer esta distinción, porque se suele tender a confundir estos conceptos. La relación entre filosofía e ideología es muy estrecha. De hecho, es difícil comprender cuando y en qué términos una filosofía pasa a ser ideología. Lo que si parece estar claro es que las ideas filosóficas, cuando se refieren a las necesidades sociales, se pueden tratar como ideologías. Por tanto, parece que lo que tenemos entre manos es mucho más profundo de lo que parecía al principio. La política no es un juego de palabras y tampoco es símplemente una herramienta. La política tampoco es universal: se basa en la filosofía, en el pensamiento más básico y genuino de las personas; que cambia profundamente de un continente a otro.

Es por esto que debemos discutir sobre política. Mejor aún, sobre ideología. Porque las cosas no nos van demasiado bien tal y como estamos. Vivimos anestesiados por el trabajo y el individualismo. Y el trabajo del que hablamos tiene como único objetivo satisfacer necesidades de mercado. La forma de participar en política, cada cuatro años, es totalmente indirecta -y puede que inefectiva-. Sin embargo, ¿merece la pena cambiar de ideología, y como consecuencia, cambiar la política, nuestra forma de vida? ¿Hasta qué punto podemos sacrificarnos? ¿Qué dirección debemos tomar? Nos gustaría que este blog fuese una puerta abierta a todas vuestras opiniones.

Bienvenidos.

*Nota al pie

- El Politikón es un espacio político. Aquí se debate, se opina y se aportan soluciones. Sólo podemos exigir la disposición a dialogar con el otro.

- No nos responsabilizamos del contenido de los vínculos que enlazamos. Si están enlazados será por su valor orientativo, su idoneidad o capacidad contextualizadora o incluso por un despiste. Os animamos a que nos ayudéis buscando mejores lugares de referencia.

- La Wikipedia es un instrumento de conocimiento orientativo. Confiamos en la viabilidad del proyecto, pero recomendamos que si de verdad nos interesa algo, vayamos más allá. Aquí la enlazamos como referencia, no como conocimiento establecido.

- Estamos abiertos a nuevos autores. Todos tenemos algo qué decir. Nosotros creemos en tí.